jueves, 12 de enero de 2023

Las Lobas del Ring: La confesión del Murciélago Vélazquez.

Jesús “El Murciélago” Vélazquez trascendió a la historia como una de las mentes más brillantes y creativas que ha tenido la lucha libre. Sus ideas eran tan buenas que varias de ellas siguieron causando impacto décadas después de haberse escrito e incluso varias de ellas alcanzaron el estatus de mito. Su sangriento duelo ante Merced Gómez posiblemente la más popular de todas ellas. 
Sin embargo, circunscribir la obra de Velazquez exclusivamente al mundo de la lucha libre implicaría negar su prolífica labor como escritor pues esta se desarrolló en otros ámbitos, siendo el cinematográfico en donde alcanzó mayor notoriedad como guionista.
 
Entre sus múltiples guiones destacaría el que escribió para “Las Lobas del Ring” debido a que la película dirigida por Rene Cardona y estrenada en el año de 1965 sobresale del resto dado que su retrato del mundo de la lucha libre es uno de los más fieles que se hayan hecho del llamado “deporte espectáculo”. 
Velazquez tomó distancia de los elementos que caracterizaron al llamado “cine de luchadores” y se centró en una sencilla historia cuyo mayor atractivo para los aficionados a la lucha libre radica en el hecho de que, disimuladamente, nos introdujo a su intimidad y reveló varios secretos del también llamado arte de gotch. ¿Cuáles son? A continuación se los digo.

Antes de entrar a detalle es preciso señalar que el guión de las lobas tiene la singularidad de que Jesús Velazquez no solo aparece en la cinta siendo interpretado por él mismo sino que, además, lo hace como la luchadora ficticia “Malena, la poetisa” (interpretada por Celia Viveros). En efecto, uno de los actos más populares de “El Murciélago” era el de recitar a “Así habló Zaratustra” antes de sus combates. Este acto, a diferencia del de liberar murciélagos de su capa, no era un simple truco publicitario que solo existía en el mundo impreso sino que realmente lo realizaba en sus presentaciones tal y como José Emilio Pacheco oportunamente dio cuenta de ello. 
El negocio.
 
Velazquez inicia su obra con un hecho que, de tan obvio, al día de hoy es ignorado por los aficionados y esto es que la lucha libre es un negocio. Un grupo de empresarios de lucha libre se reúne a convocatoria de un veterano promotor capitalino -claramente inspirado en Salvador Lutteroth- quien les presenta a un joven promotor para que les exponga su idea de realizar una eliminatoria femenil con el objetivo de aumentar sus ganancias y consolidar a una nueva estrella. El autor lo gritó a los cuatro vientos desde la decáda de los sesentas pero aún así, hoy día, existen aficionados que ponen el grito en el cielo cada que los promotores realizan estatregias con miras a consolidar a una figura.
 
El Murciélago expuso la necesidad de contar con ideas frescas y dejó en claro que difícilmente estas son escuchadas sino cuentan con el respaldo de alguien con mayor experiencia y respeto en el gremio. La cofradía de empresarios representa lo que antes se conocía como un circuito -la asociación de promotores de lucha libre que controlan el espectáculo en sus respectivas regiones-.
Los aficionados.

La broma más recurrente a lo largo de la película tiene que ver con el aficionado que es interpretado por Armando Acosta y que durante todas las luchas se la pasa gritando ¡Quiero ver sangre! Su presencia no solo es un detalle cómico sino que es utilizada por Velazquez para fijar su postura respecto a la sangre en la lucha libre. En efecto, este aficionado tiene como antagonista a un fan que no tiene una parafilia con la sangre y que abiertamente la repudia. De hecho, tras el primer match el primero dice decepcionado “no hubo sangre” mientras que el segundo le contesta “¡Pos que bueno!”. Interesante postura viniendo del autor del relato ficticio en donde el globo ocular de Merced Gomez abandona su cuenca tras recibir una patada a la filomena. 
Códigos y visiones.

La mayor riqueza de la película radica en la forma en la que se revelan las dos posturas clásicas en relación a varios códigos de la lucha libre. Lo anterior se hace de una forma tan sútil que jamás causó escozor en el gremio. Por ejemplo, Vélazquez habla de arreglos en la lucha pero tiene el ingenio de justificar a los mismos no solo con la infalible presencia de la mafia sino también con la generosidad.
En efecto, tal y como lo hace con los aficionados presenta al mundo de la lucha libre bajo dos posturas antagónicas y en voz de “The Golden Rubi” -Elizabeth Campbell- dice de forma sútil respecto a los amaños: “Yo creo que si nos compartimos los peligros y una que otra gloria… también debemos de repartirnos los premios”. Vélazquez suena como un hombre maduro que ha comprendido la labor de cada personaje dentro del mundo de la lucha libre y que visualiza a un espectáculo más demócratico y justo con sus integrantes. Sin perdedor no hay campeón así que todos merecen su momento.
La visión maniquea de Vélazquez coincide con su madurez como hombre y como profesional pero es muy claro cuál era su postura durante el ocaso de su carrera. Por ejemplo, cuando “La Pantera” -Emma Arvizu- desafía y abusa de la joven “Marta”, el elenco se divide entre quienes como “La Poetisa” y el personaje interpretado por Roxana Bellini tildan de abusiva a la veterana, otras como “Toña Rubio” -Rosa María Gallardo- justifican el uso del “cuete” con el respeto a las jerarquías y el ganarse el respeto a punta de golpes, “Que reconozca lo que es colmillo… ¡que sepa lo que es canela!, grita Rubio.
El incidente da pie para que Loreta Venus -Lorena Velazquez- desafíe a “La Pantera”. “No seas aprovechada Pantera, ¿Por qué no luchas con alguien que te rompa la cara?”. Después de ponerla en su lugar todavía la reta a darse un encerrón a puerta cerrada “Para que de una vez se sepa cuánto vales y cuanto valgo”, esto es, la antigua forma que tenían los luchadores para ver quien es quien y que muchas veces terminaba en lesiones que incluso acabaron con las carreras de varios de ellos-.
Velazquez no deja pasar una y aprovecha el pleito para presentarle al público las diferentes posturas del gremio hacia este tipo de incidentes. Rene Guajardo representa la voz del empresario cuando dice “¿Y esta función quien la paga?” -este tipo de incidentes producián lesiones que a menudo privaban a los empresarios de sus estrellas-. El Cavernario Galindo es la voz de los mitoteros “Entrénle de una vez para ver de qué cuero salen más correas” y Velazquez la de la comisión “Si la autoridad deportiva lo sabe, les prohibirá…”. Guajardo interviene una vez más como la voz del gremio “Los pleitos entre nosotros fuera del ring, están prohibidos”.

“El Murciélago” se da tiempo para usar el entrenamiento de Chabela Romero y Roxana Bellini para dar una lección de vieja escuela que, lamentablemente, hoy día es cuestionada por quienes ven un defecto en la falta de venta de movimientos del rival. Velazquez menciona “Yo cortaré todas las llaves y posiciones equivocadas”, esto es, no comprara, registrará o proyectará -como quieran decirle- ningún movimiento mal hecho. Esto es, proteger la credibilidad de la lucha libre.
La defensa de la credibilidad de la lucha libre también queda expuesta cuando el grupo de técnicas le pide a los varones que las entrenen. Rene Guajardo y el resto les dan el motivo para no hacerlo y les recomiendan entrenar cada quien por su cuenta. “Si todas aprenden lo mismo, cualquier llave pierde importancia”. Al final, las terminan entrenando pero el discurso sirve como una suerte de explicación convincente dirigida al público y un recordatorio al gremio de porqué es importante que cada luchador tenga sus propias firmas. Al día de hoy son muy pocos los luchadores que públicamente niegan entrenar con sus adversarios -Atlantis es uno de ellos-.
La nostalgia se encuentra presente a lo largo de toda la cinta pero alcanza su momento cumbre con la aceptación del ocaso de Velazquez y Galindo. La nostalgia entre los dos, la añoranza por los años que jamás volverán, las lesiones, el espectaculo que se volvió aburrido y hasta motivo de burla ejemplificado con la poetisa y con el surgimiento de nuevas y jóvenes figuras tales como “The Golden Rubi”. Dicha añoranza da pie al celebre dialogo de Galindo: “La lucha fue como una mujer querida que sigue su vida en otras manos y la miramos nada más sin esperanzas de que vuelva a ser nuestra” dice el Cavernario Galindo antes de que Vélazquez lo invite a luchar entre los dos. “Vamos a luchar con mucho gusto” contesta Galindo a la invitación del Murciélago en un claro guiño a una de las dos formas en la que desempeñan su trabajo los luchadores, por gusto, para sí mismos -la otra es para el público-.
El último código se presenta tras el secuestro de la madre de “Loreta Venus” y aparece como un diálogo entre “Sonia la Borrada” -Sonia Infante- y “Loreta Venus”. “Ganaré la primera caída, tú la segunda y la tercera, yo” le dice Sonia a Loreta. Por supuesto que el diálogo se presenta como una extorsión aunque, en realidad, es la forma más clásica en la que los luchadores se ponen de acuerdo para definir un combate. Ahora bien, cabe preguntarse, ¿En la madurez de su carrera “Murcielago” Velazquez añoraba la deportividad de la lucha libre que vivió en sus años en la academia de la policía y acabó hastiado de los designios de los empresarios al punto de asociarlos con una suerte de mafia? La respuesta posiblemente la brinda la escena final cuando, tras ser liberada la madre de Loreta, esta ya no se contiene ni sigue los designios de Sonia y por el contrario la derrota con facilidad. Esto es el equivalente a aquella célebre frase que Dr. Wagner le dijo a El Solitario “de hombre a hombre, no me ganas”.

Los luchadores.
 
El cuadro de luchadores escogidos para la película es insuperable. No solo hay grandes nombres tales como Ray Mendoza, Black Shadow, Marina Rey, Dorrel Dixon y los ya referidos en líneas anteriores sino que, además, varios de ellos tienen roles que no tuvieron en otras películas del género. El tope de Black Shadow durante el rescate de la madre de Loreta Venus es uno de los pocos documentos que existen respecto a la espectacularidad del enmascarado fúnebre. 
Las actrices.

El elenco de "Las Lobas del Ring" presenta uno de los mejores cuadros vistos en una película de lucha libre y esto no solo lo digo por los nombres de quienes intervinieron en la película sino por el nivel de compromiso que tuvieron con sus escenas. Lorena Vélazquez, la estrella del filme, tuvo más escenas de acción que la mayoría de sus contrapartes masculinas que intervinieron en cintas de este tipo. Es cierto que la mayoría de sus escenas de acción eran en tomas cerradas pero se tomó la molestia de aprenderse un par de llaves. Sonia Infante, Elizabeth Campbell, Rosa María Gallardo, Emma Arvizu, Perla Waters e incluso la veterana Celia Viveros, tuvieron respetables escenas y varias de ellas se aprendieron secuencias enteras. La labor de las luchadoras como actrices y actores de doblaje es de resaltar pero es un hecho que esta película cuenta con un nivel de compromiso de actuación en las escenas de lucha libre que no se volvió a ver hasta casi veinte años después con el estreno de "Se sufre pero se goza: Máscara contra Bikini".


"Las Lobas del Ring" desde el punto de vista cinematográfico seguramente tendrá muchos puntos de crítica, sin embargo, para la lucha libre es uno de los documentos más valiosos con los que se cuenta debido a los temas que expone y a la sutil forma en la que los aborda. Elementos que en su conjunto le otorgan el estatus de película de culto y no es para menos porque Jesús Vélazquez más que un guion de cine escribió una confesión.