El presente post no pretende revelar quién será el nombre de la persona que será homenajeado al lado de Salvador Lutteroth González en el próximo Homenaje a Dos Leyendas sino de profundizar en las características de quienes debieran de ser susceptibles de tal reconocimiento y quiénes no. Para desagrado de los pusilánimes para la realización del presente escrito es indispensable jerarquizar entre trayectorias así que es mejor olvidarse de aquello de que “todos merecen un reconocimiento” porque hacerlo demerita a los ya previamente homenajeados y abarata los méritos para ser objeto de tal distinción y al evento mismo.
Eventualmente el criterio se volvió más laxo y dio pie a la celebración de trayectorias mucho más terrenales. Esta decisión y la ignorancia de los aficionados se conjugaron para que, mediante falsas analogías, estos últimos nominen como potenciales homenajeados a luchadores que en realidad no tienen los méritos para ser objeto de tal distinción. El Faraón, Sangre Chicana, Cien Caras y Ringo Mendoza son nombres más terrenales EN RELACIÓN a nuestras leyendas de la lucha libre, sin embargo, están muy por encima de luchadores cuya “realeza” solo existe en la imaginación de los aficionados.
Sangre Chicana está a años luz de cientos de imitadores suyos que, al día de hoy intentan replicar, sin éxito, su don incendiario. Entre los camorreros él se sitúa en la élite y su éxito como luchador se extendió a lo largo de tres décadas. En el caso de El Faraón además de hablar de un luchador con características similares a las de Sangre Chicana y El Perro Aguayo fue un luchador que mantuvo a raya a ambos y que tenía una acreditada calidad técnica que en más de una ocasión le permitió brindar luchas nominadas a la mejor del año. José Luis Barajas podía transitar de la violencia a la técnica con una asombrosa naturalidad.
Ringo Mendoza y Cien Caras son dos elementos que a ojos de los neófitos les han dado licencia para nominar a cualquier hijo de vecina cuando, en realidad, los dos tienen carreras a las que se les podría quitar el 50% de sus méritos y aun así seguirían siendo inaccesibles para la mayoría. Mendoza se sentó en la misma mesa que Aguayo, Chicana y El Faraón, además rompió con prejuicios y alcanzó el grado de idolatría escribiendo grandes historias a lo largo de tres décadas y destacando tanto en lo individual como en parejas y brindando grandes luchas de apuestas tanto titulares como de cabelleras. Cien Caras por su parte llegó a ser el rostro del hoy CMLL a tal grado de representarlo ante Canek, la máxima estrella de la UWA. Si bien es cierto Cien Caras jamás fue un dechado de virtudes no menos cierto es que muy probablemente él fue el luchador más importante del “boom de los noventas”. En efecto, él es más de la mitad del éxito de su rivalidad con Rayo de Jalisco e incluso tras su derrota siguió siendo el principal villano del CMLL. Fue protagonista del aniversario del CMLL más exitoso de los años noventa y después emigró a Triple A en donde repitió la misma hazaña. Incluso en su decadencia protagonizó un par de éxitos más. ¿Quién les dijo que Mendoza y Caras son “mortales”?
¿Quiénes debieran serlo? Los homenajeados nos dan una pista de ello. En primer lugar hay un punto que pocos tienen en cuenta y esto es que la presencia de Salvador Lutteroth da licencia para nominar a personajes que no son luchadores sino gente “de pantalón largo”. Bajo esta lógica Paco Alonso, Cuauhtémoc Velasco, Fray Nano, Alfonso Morales y alguno de sus referís decanos tendrían méritos para serlo.
Bajo la dinámica del “olimpo” aún quedan disponibles varios personajes que perfectamente podrían recorrer los campeos elíseos y ser confundidos con deidades tales como Gori Guerrero, Tarzán López, El Murciélago Velázquez, Enrique Llanes, Black Guzmán, Rito Romero, Rolando Vera, Felipe Ham Lee, El Médico Asesino, Wolf Ruvinskis e incluso Tinieblas –entre otros-.
En tres párrafos estoy abarcando alrededor de tres décadas de Homenaje a Dos Leyendas e indudablemente durante este lapso se irían sumando nombres tales como El Satánico, Atlantis, Blue Panther, El Hijo del Santo, Octagón e incluso Místico y otros luchadores de generaciones más próximas.
Evidentemente la organización de Homenaje a Dos Leyendas no implica únicamente la búsqueda de nombres con méritos sino que también se involucran desde las relaciones personales, los derechos de autor, acuerdos monetarios e incluso la disposición de los familiares en caso de los luchadores fallecidos, sin embargo, es evidente que hay nombres de sobra para mantener el prestigio del evento y sin necesidad de demeritarlo al nominar a luchadores que realmente no tienen la jerarquía necesaria para ser merecedores de un homenaje de tal magnitud.