jueves, 1 de abril de 2021

Ángel Azteca (40) vs. Arkangel de la Muerte (37). Una promoción fallida.

La lucha en donde Juan Manuel Zuñiga perdió la máscara es una en donde se puede ejemplificar todo lo que no se debe de hacer en una lucha de este tipo. De principio a fin, desde la lógica de la rivalidad hasta las consecuencias de la misma, nada salió bien.
 
En este punto explicar a la lucha libre como una pugna entre el bien y el mal ya era una idea universalmente aceptada. Por tanto, la batalla de ángeles que planteaba este match era una idea que por obvia rayaba en lo sosa. Una idea básica pero estrictamente funcional.

¿La selección del rival? Inadecuada por no decir que completamente errónea. Arkangel no era ningún novato, de hecho, prácticamente era un contemporáneo de Zuñiga. Arkangel era uno de esos luchadores que no logró destacar en los ochentas y noventas dado el alto nivel competitivo de aquellos años. Luego entonces no es como que hubiera elementos para pensar que sería una superestrella a partir de este triunfo. Al respecto cabe decir que en ese momento en el elenco coliseíno se encontraban nombres tales como Dr. Wagner Jr., Atlantis, Fuerza Guerrera y El Felino, enmascarados con los que seguramente se habría producido un match de mucho más calidad. Si se quería experimentar con luchadores mucho menos vistos, vaya, estaban Averno, Mephisto, Black Warrior y el propio Último Guerrero.
Ángel Azteca era un luchador con muy buenas condiciones. Alguien que sin la televisión seguramente hubiera estado a la par de Atlantis, sin embargo, el factor carisma le pesó y a pesar de haber tenido muy buenas luchas titulares, fue perdiendo jerarquía y elementos mucho más mediáticos lo fueron rebasando. Al momento en que se celebró la apuesta ya había perdido el toque que lo caracterizó en sus luchas titulares y venía de tener una muy mala racha en luchas de máscara contra máscara. Había elementos para pensar que no sabía construirlas.
 
El problema con Arkangel era mucho más acentuado porque no tenía ningún antecedente que hiciera pensar que tuviera la capacidad para trabajar en este tipo de luchas. Luego entonces, la mayor esperanza de espectáculo radicaba en esperar que Ángel Azteca se acordara de sus mejores días y de que el referí, Rafa El Maya, pudiera guiar la lucha por buen camino. No sucedió.

Arkangel no tenía el carisma ni la experiencia para hacer funcionar el match de modo que, erróneamente, Ángel Azteca cargó con todo el peso de la misma e incluso asumió como rudo durante el encuentro. En efecto, tras una embestida inicial, Ángel Azteca domina prácticamente todo el encuentro y al hacerlo renuncia a darle un sentido dramático al mismo, ¿Por qué? Porque él es el favorito y jamás vendió la sensación de que su máscara estuviera en riesgo. La gente sentía que la lucha era de mero trámite e incluso se daba el lujo de distraerse. Solo a medida que el match se alarga y no se resuelve a favor de Azteca es que la gente empieza a desesperarse tras los fallidos intentos por rendir a Arkangel.
 
La lucha en cuanto emociones es muy plana y para colmo no concluye bien. Estamos hablando del 2003 y para ese entonces una desnucadora ya era un movimiento completamente rutinario. Para colmo, es un movimiento completamente absurdo si lo que se quiere es vender un final injusto tal y como ocurrió. Esto derivó en que la gente pensó ver un movimiento de rutina y por eso ni siquiera acompañaron con su voz el conteo del referí. La gente ni siquiera tuvo la sensación de ver una injusticia y Juan Manul Zuñiga ni siquiera hizo el intento por venderla.

El colmo de los males vino cuando la lucha, de por sí sorda, fue editada para su versión para la televisión dejando un producto aún más insatisfactorio y aumentando la sensación de la baja calidad de la lucha.
 
¿Cumplió con sus objetivos? No. Arkangel se convirtió con el tiempo en un buen instructor y a pesar de que llegó a madurar como luchador y posiblemente mereció tener otro encuentro de este tipo -ahora como perdedor- la realidad es que desperdició la anhelada oportunidad y no aprovechó este encuentro. Juan Manuel Zuñiga no logró vender un final pólemico y por el contrario su match definitivo solo acentuó una tendencia en donde se apreciaba que había perdido la capacidad para construir duelos de apuestas y que sus luchas de máscara contra máscara eran particularmente malas.