El rudo contra el técnico, el bien contra el mal, esa es la ancestral fórmula bajo la que cualquier promotora mexicana monta una lucha de apuestas. Hoy día esa fórmula está completamente rebasada, no es una lucha entre antagonistas, es una lucha entre los hijos de una empresa que los estima de idéntica manera; el líder en contra del estandarte, hermano contra hermano, coliseino contra coliseino ¿cómo estar en contra de uno de ellos si ambos representan lo mismo? Cualquiera de los dos podría representar dignamente a la empresa en cualquier parte del mundo.
Atlantis, luchador con aroma de la escuela de Jalisco y miembro de la última generación de luchadores de corte clásico, aquella que aún conservaba un aire de los coliseinos de la edad dorada, puede considerarse como un sobreviviente de tiempos ya extintos.
Pese a que caminó entre gigantes con los cuales alterno en lugar e importancia, es de los pocos que conserva su carrera con dignidad, no es un elemento circunstancial en funciones especiales, sino que sigue encabezando carteles, protagonizando temporadas y, como hoy, encabezando eventos estelares. Eso y su envidiable record de apuestas es lo que ha abierto una brecha entre él y el resto de sus contemporáneos. Eso es lo que le ha permitido caminar sus primeros pasos por un sendero que conocen pocos luchadores, ese camino que solo recorrieron los que aspiraron o llegaron a convertirse en leyendas.
Para quienes sugieren que la carrera de Atlantis es apenas fruto de la adulación, corporativismo y respaldo de las autoridades de la empresa, hay que decirles que si para ser estrella fuera suficiente ser "adulador", tendríamos a otros mil como Atlantis. No, reducir la carrera de Atlantis a algo tan trivial seria un insulto para uno de los mejores luchadores que hemos tenido y un insulto para la historia de nuestro deporte. Atlantis es mucho más que eso.
En un país como México, en donde triunfar en base a valores como la lealtad, esfuerzo y disciplina, suele ser minimizado y sustituido por el camino fácil en donde se hacen a un lado la integridad y los valores, es obvio que la figura de Atlantis no sea del todo valorada. El hecho de que Atlantis, desde su debut y a la fecha, por decir un ejemplo, no se haya perdido un solo aniversario no es consecuencia de la adulación sino de la constancia, disciplina y de un compromiso con el gimnasio que se traduce en un cuerpo sin lesiones graves y que parte de un respeto hacia si mismo y hacia la lucha libre, una actitud hacia el deporte que lo mantiene vigente cuando ya varios de sus contemporáneos se han retirado. Si el CMLL diera reconocimientos tipo "el empleado del mes", con el rostro de Atlantis se podría llenar más de un muro.