viernes, 19 de septiembre de 2014

Más que el estandarte eres el rostro, más que el líder eres el corazón.

El rudo contra el técnico, el bien contra el mal, esa es la ancestral fórmula bajo la que cualquier promotora mexicana monta una lucha de apuestas. Hoy día esa fórmula está completamente rebasada, no es una lucha entre antagonistas, es una lucha entre los hijos de una empresa que los estima de idéntica manera; el líder en contra del estandarte, hermano contra hermano, coliseino contra coliseino ¿cómo estar en contra de uno de ellos si ambos representan lo mismo? Cualquiera de los dos podría representar dignamente a la empresa en cualquier parte del mundo.

Atlantis, luchador con aroma de la escuela de Jalisco y miembro de la última generación de luchadores de corte clásico, aquella que aún conservaba un aire de los coliseinos de la edad dorada, puede considerarse como un sobreviviente de tiempos ya extintos.

Pese a que caminó entre gigantes con los cuales alterno en lugar e importancia, es de los pocos que conserva su carrera con dignidad, no es un elemento circunstancial en funciones especiales, sino que sigue encabezando carteles, protagonizando temporadas y, como hoy, encabezando eventos estelares. Eso y su envidiable record de apuestas es lo que ha abierto una brecha entre él y el resto de sus contemporáneos. Eso es lo que le ha permitido caminar sus primeros pasos por un sendero que conocen pocos luchadores, ese camino que solo recorrieron los que aspiraron o llegaron a convertirse en leyendas.

Para quienes sugieren que la carrera de Atlantis es apenas fruto de la adulación, corporativismo y respaldo de las autoridades de la empresa, hay que decirles que si para ser estrella fuera suficiente ser "adulador", tendríamos a otros mil como Atlantis. No, reducir la carrera de Atlantis a algo tan trivial seria un insulto para uno de los mejores luchadores que hemos tenido y un insulto para la historia de nuestro deporte. Atlantis es mucho más que eso.
En un país como México, en donde triunfar en base a valores como la lealtad, esfuerzo y disciplina, suele ser minimizado y sustituido por el camino fácil en donde se hacen a un lado la integridad y los valores, es obvio que la figura de Atlantis no sea del todo valorada. El hecho de que Atlantis, desde su debut y a la fecha, por decir un ejemplo, no se haya perdido un solo aniversario no es consecuencia de la adulación sino de la constancia, disciplina y de un compromiso con el gimnasio que se traduce en un cuerpo sin lesiones graves y que parte de un respeto hacia si mismo y hacia la lucha libre, una actitud hacia el deporte que lo mantiene vigente cuando ya varios de sus contemporáneos se han retirado. Si el CMLL diera reconocimientos tipo "el empleado del mes", con el rostro de Atlantis se podría llenar más de un muro.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Dos Históricos Frente a Frente.

El CMLL, la empresa de lucha libre más antigua del mundo, llega a un aniversario más, el LXXXI ,y con él llega una nueva edición del que, le pese a quien le pese, sigue siendo el evento de lucha libre que todo luchador mexicano quisiera encabezar, el más importante del calendario, el aniversario del CMLL.

El contexto en el que se lleva a cabo el evento no es el idóneo, y no es para menos, la deficiente organización del aniversario LXXX propicio que la empresa se viera afectada en su credibilidad, en consecuencia, a inicios de año era difícil señalar a los probables protagonistas del evento y esto no era por ausencia de nombres sino porque costaba volver a creer en la seriedad de cualquier rivalidad que fuera promovida con dicho propósito. Así de frágil es la credibilidad de una promoción. 

La situación de la propia industria es también motivo de alarma, las audiencias no repuntan, la cobertura de la fuente se ha reducido, el CMLL no tiene cobertura en una televisora realmente competitiva, las revistas han reducido la periodicidad en sus publicaciones, las contrataciones y sorpresas vistas a lo largo del año son suficientes para mantener entretenida a la afición cautiva pero incapaces de despertar interés en la audiencia masiva, vaya, ni las transmisiones de la WWE alcanzan las cifras vistas en años anteriores. 

Es este el escenario en el que el CMLL va a montar a la que ya es conocida como "la lucha del siglo", Atlantis vs. Último Guerrero, quienes se enfrentan en una lucha de máscara contra máscara. La lucha no llega precedida de una campaña a su altura (tal y como hubiera sido el año pasado) sino que, yéndose a los extremos, esta vez lo hace a pocas semanas de su anuncio. Es así que se escogió un formato de promoción en donde todo el peso de la misma cae únicamente en dos nombres y en el tipo de apuesta seleccionado, no hay más, la frase "esta lucha en si misma vale el boleto" se tomo de manera literal y, hay que decirlo, el resto del cartel no está a la altura del evento estelar.
Tras haber entrado a la cuestionable dinámica nacional de promover solo para ver grandes luchas en unas cuantas fechas en el calendario, a costa de la calidad de las funciones ordinarias, y sin tener a tantas estrellas para alimentar las luchas de apuestas que demanda cada evento, se eligió presentar un cartel más que convencional en donde se le paga la cuota a la división femenil, en donde aparecen varios de los nombres que se pueden considerar "obligatorios" pero en donde también se omiten a muchos otros - La Sombra, el mejor luchador del país-. Queda una deuda con la gente que mantuvo un nivel que los debió de llevar al aniversario -Hechicero-, deuda que se hace extensiva a la propia empresa y a su lucha con practicas que no han podido despojar de la misma y que se manifiesta con la presencia de algunos nombres que, aún como preliminares, están muy lejos de ser material de aniversario. En fin, el eterno nepotismo con el que luchan los que no tienen familiares dentro de la empresa y que justifican estos últimos con el dicho de que "nosotros somos los que hemos estado con la empresa en las buenas, las malas y las peores".